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Historia de La Legión

HISTORIA DE LA LEGIÓN

La Mística Legionaria

La Legión se pensó desde el primer momento como unidad de choque, compuesta por voluntarios, que permitiera reducir la cantidad de bajas de personal de leva que tanto malestar social causaba en la península. Se esperaba que se nutriera principalmente de extranjeros, y de nacionales que buscasen huir de una vida anterior, redimirse mediante el servicio armado, lo que se tradujo en una bien conocida política inicial de "nada de preguntas".

El texto del Credo está formado por doce sentencias o espíritus que debe atesorar y cumplir todo caballero legionario. El Credo es, además, una guía de conducta simple y fácil de memorizar a fin de permitir su mejor aprendizaje por parte de legionarios iletrados o extranjeros. Unida a las ceremonias, a la uniformidad exclusiva de la Legión, a las tradiciones y al llamado "Culto a la muerte", el Credo conformaba la base de la llamada mística legionaria, creada conscientemente por su fundador, y cultivada con afán por el cuerpo desde entonces.

El objetivo de este adoctrinamiento era conseguir una unidad cohesionada, dispuesta a actuar como tropas de choque sin temer a la muerte. El mismo Millán Astray admitió muchas veces ser un gran admirador del bushido, obra que él mismo llegó a traducir al español durante los años veinte a partir de una edición francesa.

En la tradición japonesa, el bushidō es un término traducido como «el camino del guerrero».

Espíritus del Credo Legionario

Los doce espíritus que forman el Credo Legionario son:

  1. El Espíritu del legionario:​ Es único y sin igual, de ciega y feroz acometividad, de buscar siempre acortar la distancia con el enemigo y llegar a la bayoneta.


  2. El Espíritu de compañerismo: Con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo, hasta perecer todos.


  3. El Espíritu de amistad: De juramento entre cada dos hombres.


  4. El Espíritu de unión y socorro: A la voz de ¡A mí La Legión!, sea donde sea, acudirán todos y, con razón o sin ella, defenderán al legionario que pida auxilio.


  5. El Espíritu de marcha: Jamás un legionario dirá que está cansado, hasta caer reventado. Será el cuerpo más veloz y resistente.


  6. El Espíritu de sufrimiento y dureza: No se quejará de fatiga, ni de dolor, ni de hambre, ni de sed, ni de sueño; hará todos los trabajos, cavará, arrastrará cañones, carros; estará destacado, hará convoyes, trabajará en lo que le manden.


  7. El Espíritu de acudir al fuego: La Legión, desde el hombre solo hasta La Legión entera, acudirá siempre donde oiga fuego, de día, de noche, siempre, siempre, aunque no tenga orden para ello.


  8. El Espíritu de disciplina: Cumplirá su deber, obedecerá hasta morir


  9. El Espíritu de combate: La Legión pedirá siempre, siempre, combatir, sin turno, sin contar los días, ni los meses, ni los años.


  10. El Espíritu de la muerte: El morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin dolor y el morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde.


  11. La Bandera de La Legión: La Bandera de La Legión es la más gloriosa, porque esta teñida con la sangre de sus legionarios.


  12. Todos los hombres legionarios son bravos: Todos los hombres legionarios son bravos, cada Nación tiene fama de bravura; aquí es preciso demostrar qué pueblo es el más valiente.


Aunque no son exactamente parte del credo, se le incluyen siempre los tres vivas que se lanzan en todo acto ceremonial legionario desde su fundación: "¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Legión!". Los vivas se gritan por parte de todos los legionarios presentes en el acto, al unísono, a modo de clausura y a la voz del oficial superior legionario presente, quien siempre los demanda con la misma frase con que lo hacía Millán Astray, hoy tradicional: "Con el gorrillo en la mano izquierda y el brazo en alto, gritad conmigo:[...]".


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